jueves, 10 de mayo de 2012

Teror y sus primeras imágenes (III)


Viene de: Teror y sus primeras imágenes (II)


En las dos primeras entradas de esta sección dedicada a las primeras imágenes de la localidad de Teror ―anteriores a la invención de la fotografía― mostramos y comentamos de forma muy breve y sucinta, la ubicación de este lugar en los mapas de Leonardo Torriani (1592) y Pedro Agustín del Castillo (1686). En su momento, ya comentamos que en ninguno de los dos casos se hace una representación fidedigna o en detalle de la localidad, ya que de lo que se trataba era de su ubicación geográfica en el mapa de Gran Canaria. No obstante, el simple hecho de que ya aparezca desde fechas tan tempranas nos demuestra que Teror o Terore ―como fue conocido durante el siglo XVI y primeras décadas del XVII― además de ser un lugar con suficiente entidad como para figurar en los citados documentos, es uno de los núcleos de población más antiguos de la isla.

El pino de la Virgen a la entrada del lugar. Dibujo atribuido a Tomás Marín de Cubas, h. 1682. Autor de las fotografías: Fernando Cova del Pino. Propiedad: Biblioteca Pública Municipal Central de Santa Cruz de Tenerife.

El Pino de la Virgen desde el pie del barranco.

En esta nueva ocasión, los iconos que mostramos nos descubren ―con vocación de fidelidad― la imagen conocida más antigua de nuestra localidad. Nos referimos a los dos dibujos del Pino Santo de Teror, realizados por el historiador Tomás Marín de Cubas, en torno al año 1682, si tomamos como referencia lo señalado por el propio autor en su Historia de las Siete Yslas de Canaria (1687): «dos años antes [de la caída del árbol, en 1684] copié este árbol por dos partes, a la entrada de el lugar i desde el pie del barranco». A pesar de todo, de ambos dibujos no se volvió a tener más conocimiento hasta el año 1990, momento en que fueron hallados en la Biblioteca Pública Municipal Central de Santa Cruz de Tenerife por el investigador José Barrios García. Así por ejemplo, Ignacio Quintana y Santiago Cazorla, aunque los mencionan en su libro La Virgen del Pino en la historia de Gran Canaria (1971) no pudieron verlos, desconociendo por completo cualquier noticia sobre su paradero.
El valor de ambos iconos es simplemente excepcional, ya que nos muestran la única imagen fidedigna del Pino Santo, ya que el resto de representaciones que se han hecho del árbol no se ajustan a la realidad, pues en su totalidad fueron realizadas muchos años después de su caída, ocurrida el lunes 3 de abril de 1684. De esta manera y gracias al hallazgo de estos dos dibujos, podemos contemplar y hacernos una idea bastante aproximada del aspecto que debió tener este espécimen de pino canario (Pinus canariensis), del que todas las fuentes coinciden en señalar su eminencia y majestuosidad. Un árbol, que al igual que la imagen titular de la parroquia, también era objeto del culto y la veneración de los devotos que acudían a Teror. De esta manera, está documentado el uso de su resina y de sus frutos con fines terapéuticos, pues al parecer ésta fue empleada a modo de emplasto para todo tipo de heridas o llagas, mientras que las piñas solían ser molidas para luego ser tomadas con agua o vino, siendo eficaces en el tratamiento de las llamadas «calenturas» o fiebres. También fueron empleadas como reliquias, para lo cual solían ser engastadas en oro o plata. Estas propiedades medicinales fueron extensivas al agua santa que se dice que brotaba del tronco del Pino, de la que existen todo tipo de noticias y descripciones, llegándose a señalar que fue empleada tanto para ser bebida, como para baños con fines curativos.

Detalle de la puerta principal o del Sol, de la campana y de la cerca o muralla almenada que rodeaba el tronco del Pino de la Virgen.

Otros detalles que nos muestran los iconos es la situación del árbol a escasa distancia de la puerta principal del templo parroquial, una circunstancia que cuenta con el apoyo de las fuentes escritas. Sirva como ejemplo este fragmento de la Topografía de fray José de Sosa (1678): «Estaba este milagroso árbol delante de la puerta principal de la iglesia quatro o seis passos». Esta cercanía del árbol con el templo produjo constantes quebrantos y deterioros en el inmueble. Buena muestra de ello nos lo ofrece la declaración del octogenario natural de Teror, Juan Hernández Ramírez:

«Y save [por] haverlo visto, que las rayses del dicho Pino entraban hasta el altar mayor, porque se acuerda que avriendo la sepultura de Luis de María, que está la primera que está junto a las gradas del altar, descubrieron una raíz tal, que no se pudo cortar ni quitar, que fue [pre]siso hacer la dicha sepultura por un lado. Y que se acuerda como si la viera aora estar verde y fresca».

Detalle del último de los tres dragos del Pino de Teror. Entre sus raíces se cuenta que hubo una pequeña laja o piedresica donde estaban señalados los pies de la Patrona. La tradición señalaba que fue en este lugar donde se apareció de forma milagrosa la imagen de Ntra. Sra. del Pino.

Otro de los detalles que podemos observar nos lo ofrece la campana que colgaba de una de las ramas del árbol y que sabemos que formaba pareja con otra. Precisamente sobre las dos campanas que pendían del pino se hicieron eco algunos de los testigos que depusieron en la Información sobre su caída. De esta manera, el vecino de Teror, Gregorio Hernández, afirmaba que ayudó a sujetar la escalera y a quitar las campanas momentos antes de su fatal caída, resultando ileso durante la operación, pues al tiempo que caía el árbol «tenía el rostro llegado al dicho Pino para haser fuerza para quitar los hierros. Y que el dicho Pino le hiba desviando o rempujando, y el oyendo que estava dando los estrallidos. Y que acabó de quitar el arco y toda la gente de fuera dándole voces que se quitara que el Pino estaba cayendo». Asimismo y al pie del Pino, puede observarse una cerca o muralla almenada, de la que sabemos que fue mandada a levantar en 1629 por el obispo don Cristóbal de la Cámara y Murga, para evitar el expolio del árbol santo. Finalmente, los citados dibujos nos muestran sendas perspectivas de la segunda iglesia que acogió a la imagen del Pino, abierta al culto en torno a los años 1607-1608, hasta 1760, momento en que fue demolida para construir la actual Basílica. Se trataba de un edificio de tres naves, con cuatro pilares circulares en cada una de ellas y cinco arcos. Asimismo, contaba con un presbiterio y dos capillas que flanqueaban el crucero, cubierto con armadura. En definitiva, los dibujos del Pino Santo de Teror y de la segunda iglesia que acogió a la imagen de Nuestra Señora del Pino, son de un valor gráfico y documental incalculable, pues como dijimos más arriba, nos muestran la primera imagen fidedigna del lugar de Teror y de su templo parroquial.

Gustavo A. Trujillo Yánez

PARA SABER MÁS:

ALZOLA, José Miguel: «Iconografía de la Virgen del Pino», separata de la Revista El Museo Canario, núms. 73-74, 1960, pp. 51-77.

BARRIOS GARCÍA, José: “Dos dibujos del Pino de Aterure”, en Strenae Emmanvelae Marrero Oblatae, Santa Cruz de Tenerife: Universidad de La Laguna, 1993, Vol. 1, pp. 111-130.

GARCÍA ORTEGA, José: Historia del culto a la venerada imagen de Nuestra Señora del Pino. Librería y tipografía católica: Santa Cruz de Tenerife, 1936.

HERNÁNDEZ SOCORRO, María de los Reyes y CONCEPCIÓN RODRÍGUEZ, José: El patrimonio histórico de la Basílica del Pino de Teror. Cuadernos de Patrimonio Histórico nº 5. Cabildo de Gran Canaria: Las Palmas de Gran Canaria, 2005.

QUINTANA, Ignacio y CAZORLA, Santiago: La Virgen del Pino en la historia de Gran Canaria. Prólogo de Joaquín Artiles. Litografía Saavedra-La Naval: Las Palmas de Gran Canaria, 1971.

SÁNCHEZ RODRÍGUEZ, Julio: Las iglesias de Nuestra Señora del Pino y las ermitas de Teror. Colección In diebus illis, vol. II. Edita José Sánchez Peñate S.A.: Islas Canarias, 2008.

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