El
paisaje de Teror está salpicado de cruces. La piedad popular las ha dispuesto
en las orillas de los caminos, en el borde de los estanques o al filo de
empinados precipicios. Generalmente han sido colocadas para señalizar el paraje
donde tuvo lugar una muerte violenta o en extrañas circunstancias ―caso de la Cruz
del Peñón Chiquito― aunque también han sido erigidas por otro tipo de
motivaciones, como ocurre con la denominada Cruz o Monumento de la Cruz Verde,
el Humilladero de la Virgen, la Cruz del Siglo o la Cruz de los Caídos, entre
otras. Entre estas últimas ―aunque ya desaparecida― cabe mencionar la cruz que
señaló el lugar donde la tradición fijó la aparición portentosa de la imagen de
Nuestra Señora del Pino. Nos referimos a la Cruz del Pino Santo de Teror, de la
que contamos con algunas referencias sobre su transitoria existencia.
Cruz de madera en el Camarín de la Basílica de Ntra. Sra. del Pino. Sobre esta pequeña cruz se cuenta que fue confeccionada con la madera del Pino Santo de la Virgen, extremo que no estamos en condición de poder confirmar. Fotografía del autor.
Su
presencia en el árbol de la aparición reforzó el carácter sagrado que los
devotos de la imagen confirieron al lugar donde presuntamente se apareció la
Patrona de Gran Canaria. Recordemos, que desde el siglo XVI comenzó a gestarse
el relato de su hallazgo prodigioso entre las ramas de un pino, que con el
tiempo dio nombre a la advocación. Precisamente, uno de los capítulos más
curiosos de esta leyenda piadosa señalaba que en el lugar del hallazgo había
tres pequeños dragos de una sola copa ―plantados en el mismo pino― y que entre
sus raíces se hallaba una pequeña laja que contenía impresos los pies de la
Patrona. Muy pocas fueron las personas que llegaron a ver con sus propios ojos
esta extraña reliquia. Movidos por la piedad y, acaso por la curiosidad, se
llevaron a cabo dos escaladas al árbol de la aparición. La primera de ellas
durante el mandato del obispo Cristóbal de la Cámara y Murga, y la segunda
durante el pontificado de Francisco Sánchez de Villanueva. Precisamente fue en
alguna de estas dos ocasiones en las que se colocó la cruz a la que nos estamos
refiriendo. Sin embargo, las fuentes no se muestran coincidentes en indicar en cuál
de las dos referidas escaladas se fijó la cruz en el árbol. En cambio, parece que las diferentes versiones
que existen sobre este episodio coinciden en señalar a un «forastero»,
concretamente a un «mozo portugués», como al encargado de dejar colocado el
mentado símbolo. Añaden algunos de los testigos de la llamada Información de la caída del Pino (1684),
que en aquella ocasión el extranjero llevó un clavo para dejar bien sujeta la
cruz. Sin embargo, al llegar al lugar escogido el clavo se le cayó, razón por
la cual se vio precisado a usar la barrena que llevaba consigo para perforar
el tronco del pino. Sea como fuere, la cruz permaneció durante unos cincuenta
años en el lugar donde supuestamente tuvo lugar la maravillosa aparición de la
imagen titular de la parroquia. Su desaparición tuvo lugar años antes de la
caída del Pino Santo, ocurrida el lunes 3 de abril de 1684. Hoy, más de 300 años después, la recordamos y le dedicamos estas breves líneas.
Gustavo A. Trujillo Yánez
Posible dibujo de la Cruz del Pino Santo de Teror (detalle). Atribuido a Tomás Marín de Cubas (h. 1682). Autor de la fotografía: Fernando Cova del Pino. Propiedad: Biblioteca Pública Municipal Central de Santa Cruz de Tenerife.
ANEXO:
DIFERENTES VERSIONES SOBRE EL ORIGEN DE LA CRUZ DEL PINO SANTO DE TEROR.
Testificación
del licenciado don Blas Rodríguez, presbítero y cura de Tejeda (1684):
«Oyó
desir a su madre, Gegroria Gil, vesina y natural que fue de dicho lugar, que en
tiempo del reverendo señor obispo don Cristóval de la Cámara y Murga, y estando
actualmente en este lugar subió al Santo Pino un forastero, que dicen hera portugués. Y volviendo
avajo dio rasón que en el Pino, entre unos ramos, los más altos, estaban tres
draguitos pequeños, y que en el pie de ellos estaba una laja, y que en ella estaban unas plantas o
pies señaladas. Y que este dicho volvió a subir y
llebó una cruz hecha de madera para poner en el dicho Pino. Y
llebando clavo para clavarla se le cayó el clavo y fijó la dicha cruz con la
barrena que llebó para dar barreno. Y save por haverla visto, se alló oy de
presente la barrena en el dicho Pino. Y la cruz se havía caydo años ha».
Tomás
Marín de Cubas (1687):
«Un
señor obispo hizo subir a un moso portuguéz porque no se hallaba quien osase en
tanta eminencia ariesgase su vida, i dexó puesta una pequeña cruz a lo alto de
este árbol por mandado de el obispo».
Fray
Diego Henríquez (1714):
«Subió
el otro lo alto del Pino más de doce años después; llevó consigo una pequeña
cruz para colocarla arriba; llegó al lugar de la sagrada piedra, registró bien
con los ojos lo que no pudo con las manos y pasando de allí a lo más alto del
Pino, al ir a fijar la cruz en su remate se halló o sin clavo o sin martillo.
Llevó consigo la barrena y viendo que en aquella ocasión solo ella podía suplir
la falta, torcióla en la cruz y el Pino, y dejándola de clavo quedó la cruz
colocada en lo más alto de aquel excelso árbol».
He descubierto este blog por en enlace que pusiste en el faceboock,me gusta mucho y has ganado un seguidor.Un saludo y a seguir trabajando así.
ResponderEliminarGracias Adrián. Me alegro que sea de tu agrado. Un abrazo
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