martes, 6 de marzo de 2012

Hacer borrón y cuenta nueva...

La lectura de los libros de actas del Ayuntamiento de Teror, ofrece al historiador datos valiosos sobre la vida municipal de esta localidad, desde al menos el año 1837, momento en que comienzan a registrarse por escrito las diferentes sesiones que tenían lugar de forma periódica en las diferentes sedes de las casas consistoriales. Asimismo, dichos documentos son fiel reflejo de los diferentes tipos de soportes sustentantes (papel) y sustentados (tintas), así como de los diversos utensilios empleados para la escritura manuscrita a lo largo de su historia, aspectos estos que interesan sobremanera a los archiveros y/o paleógrafos. Recordemos que antes de la invención de la pluma estilográfica (1883) y posteriormente del bolígrafo (1938-1943) era necesario mojar de forma constante la pluma de ave o el plumín acero en el tintero, al objeto de poder escribir sobre el papel.
Acompañante del tintero fue la denominada salvadera, que se empleaba para «salvar» o secar la tinta fresca y evitar que de esta manera se corriese o formase un borrón. Este instrumento, parecido a un salero, contenía en su interior un polvo secante que se vertía sobre la tinta reciente. Una vez seca, se soplaba o se sacudía el documento al objeto de retirar el polvillo impregnado en la tinta. El polvo secante se podía obtener de productos tan diversos como el salvado, arenilla de piedra pómez o madera deglutida, entre otros. Sin embargo, el despiste o la distracción podían dar lugar a sucesos como el acaecido el 20 de septiembre del año 1852. En aquella ocasión y tras finalizar la sesión correspondiente, el regidor don Luis Falcón, tras estampar su firma, en lugar de tomar la salvadera cogió el tintero, vertiendo todo su contenido sobre el papel y formando el enorme borrón que se puede observar en la fotografía que se adjunta. A pesar de tamaño estropicio, la sesión y los acuerdos tomados en ella fueron dados por válidos, tal como se indica en la asamblea del 27 de septiembre del mismo año. Y es que como dice el refranero, tras el borrón no hay otra salida que hacer una cuenta nueva…

Sobre estas líneas podemos observar el enorme borrón cometido por el concejal don Luis Falcón en 1852. El estropicio cometido se debió a un despiste del regidor, pues "al tiempo de echar arena en su firma, en lugar de tomar la arena tomó el tintero y lo volvió sobre las firmas" dando lugar a la mancha de tinta que se ve en la imagen. Fotografía del autor.

Como hemos indicado, esta fue la forma habitual de escritura hasta la invención de la estilográfica y del bolígrafo, útiles que no necesitaban del uso del tintero y la salvadera. Asimismo y por lo que se refiere a los mentados libros de actas, las sesiones y acuerdos siguieron siendo anotados a mano hasta fechas muy recientes, concretamente hasta el año 1991, momento en el que la escritura manuscrita fue sustituida por la impresión mecánica y el uso de los ordenadores. No obstante ya desde los años 20 del pasado siglo XX, fue frecuente la elaboración de expedientes y de otro tipo de documentos con otro invento que revolucionó por completo el mundo de la escritura, la máquina de escribir[1].

Gustavo A. Trujillo Yánez

PARA SABER MÁS:

PÉREZ HERRERO, Enrique & RIVERO SUÁREZ, Benedicta: Escritura manuscrita y letra procesal (Canarias en el siglo XVI). Anroart Ediciones, Las Palmas de Gran Canaria, 2006.



[1] Agradezco a Francisco J. Sánchez Ojeda, los datos relativos al Archivo Municipal de Teror.

3 comentarios:

  1. Felicidades por tu blog, Gustavo. Sigue trabajando en la investigación y divulgación de nuestra historia. Saludos.

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    1. Estimado amigo, me alegro que se de tu agrado. Muchísimas gracias. Un fuerte abrazo.

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  2. Muy agradable sorpresa haber visto este blog, que ya está puesto en mis "Marcadores" de Firefox. Puedo prometer y prometo seguirlo leyendo.
    Un saludo.

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