viernes, 30 de marzo de 2012

¿Cuándo llegó la imagen del Pino a Teror?

Uno de los principales enigmas y misterios que rodean a la Imagen de Ntra. Sra. del Pino es el de la fecha de su llegada a Teror. Al igual que sucede con numerosas imágenes de culto de toda España, la que representa a la Virgen del Pino cuenta también con su propia leyenda en la que se narra el origen de su presencia en nuestro pueblo. Las primeras versiones nos dan cuenta de su aparición milagrosa entre las ramas de un enorme pino canario, en un tiempo remoto, aunque indeterminado. Sin embargo, desde muy pronto y sin duda influenciados por el libro Del origen y milagros de la Santa Imagen de Nuestra Señora de Candelaria (1594) del padre dominico Fray Alonso de Espinosa, surgen las primeras propuestas sobre la fecha de su aparición. El primero en hacerlo fue Fray José de Sosa, que sitúa el portento en el tiempo “de los gentiles canarios”, o lo que es lo mismo, antes de la Conquista de Gran Canaria. A éste le siguen otros como Tomás Marín de Cubas, Pedro Agustín del Castillo y Antonio Romero Zerpa, que también datan el hallazgo en la época prehispánica, aunque sin ofrecer ninguna fecha concreta.


Recreación del hallazgo de la imagen de Nuestra Señora del Pino por los antiguos canarios. Dibujo de Jesús Arencibia (1951).

Más preciso que éstos, en 1714 Fray Diego Henríquez calculó la aparición de la imagen en torno al año 1380 o antes, data que obtuvo al descontar a la fecha de finalización de la Conquista de Gran Canaria (según él, en 1480) los «más de cien años antes que la vieron y veían todos sus antecesores a esta Señora», una operación matemática sospechosamente similar a la que ya empleó en su momento Fray Alonso de Espinosa para datar el hallazgo de la Virgen de Candelaria, el cual también tuvo lugar «ciento y cinco años antes que la Isla fuera de cristianos». Como resulta evidente, la fecha consignada por el fraile para la rendición de Gran Canaria es errónea, pues como se sabe la conquista de la isla finalizó en 1483.
Una fecha similar es la de 1363, que es la que aparece en el Retrato de la Virgen del Pino, del pintor José Rodríguez de la Oliva, así como en el primero de los grabados que se conocen de la imagen, obra del propio Rodríguez de la Oliva y de Manuel Salvador Carmona en 1768. Se trata de una fecha que fue obtenida con toda probabilidad a raíz de la lectura del manuscrito de Diego Henríquez. De estos mismos autores se conoce otro grabado pero con la fecha corregida de 1483, la misma que aparece en la estampa de Simón de Brieva y en la Novena de Fernando Hernández Zumbado. Esta cifra fue también repetida por José García Ortega y Eduardo Benítez Inglot, que desecha la de 1481 y 1498. Otra fecha propuesta es la del año 1484, aparecida en el libro de Emilio Moreno Cebada Glorias religiosas de España (1866), el cual a su vez tubo que haberla obtenido de la obra de José de Viera y Clavijo (1772) o de Agustín Millares Torres (1860).
Más inverosímil y fantasiosa resulta la datación propuesta en el libro Reportajes Canarios (2008) donde no sólo se nos ofrece la fecha exacta, sino además el día en el que tuvo lugar el portento milagroso, señalando que fue el sábado 7 de septiembre de 1358, contando con la intervención (nada más y nada menos) del aborigen de nombre Tinguaro, personaje que nunca pudo haber estado en Gran Canaria, pues suponemos que se trata del guanche de Tenerife que tuvo un papel tan relevante en la famosa Batalla o Matanza de Acentejo.


La imagen del Pino es llevada en procesión por los antiguos canarios. Dibujo de Jesús Arencibia (1951).


Sin embargo, la del 8 de septiembre de 1481, es la fecha más conocida y difundida no sólo por los investigadores, sino en todo tipo de publicaciones de contenido didáctico, guías turísticas, folletos y en estampas o recordatorios. El primero en hacer mención a ella fue Manuel Picar y Morales, a principios del siglo XX. A él debemos la idea de colocar en el segundo cuerpo de la Torre Amarilla de la Basílica la placa de mármol, en la que también figura la misma fecha, la cual será repetida por José Miranda Naranjo, Miguel Suárez Miranda, Sebastián Jiménez Sánchez o Braulio Guevara, que llegó a publicar el libro 1481-1981, 500 años de la aparición de la Virgen del Pino. Es también la datación más difundida en Internet, pues basta con escribirla en el buscador www.google.es, para comprobar la cantidad de artículos y escritos que la reproducen (por ejemplo en la enciclopedia online http://www.wikipedia.org/).



Recreación del hallazgo de la imagen de la Virgen por el obispo Juan de Frías. Dibujo de Jesús Arencibia (1951).


Esta fecha (al igual que todas las que se han propuesto hasta el momento) carece de cualquier tipo de apoyo documental, por lo que se trata de una mera hipótesis sin ningún fundamento. Pero además, incurre en otro error bastante generalizado como es el de considerar que fue el día 8 de septiembre el de la aparición de la imagen, pues como se sabe, este es el día en el que la Iglesia Católica celebra la Natividad o el Nacimiento de la Virgen María, una festividad que se remonta al menos al siglo V, y que nada tiene que ver con el de la supuesta aparición de nuestra entrañable advocación del Pino. En realidad, la primera referencia sobre la existencia de la Ermita y de la Imagen de Ntra. Sra. del Pino se remonta al año 1514 (en las Constituciones Sinodales del Obispo Vázquez de Arce), por lo que se supone que su llegada a Teror tuvo que haber tenido lugar con anterioridad. Sin embargo, por el momento es imposible ofrecer ninguna fecha, ni siquiera más o menos exacta o aproximada. Por otro lado y desechando la posibilidad de la aparición milagrosa, queda por averiguar si el origen de su culto se remonta a la época prehispánica o si éste es posterior (tal como defiende el que suscribe), asunto sobre el que se han vertido verdaderos ríos de tinta.

Gustavo A. Trujillo Yánez

viernes, 16 de marzo de 2012

Teror y sus primeras imágenes (II)


Viene de: Teror y sus primeras imágenes (I)


En nuestra primera entrega dedicada a las primeras imágenes de la Villa de Teror anteriores a la invención de la fotografía, tuvimos ocasión de ver el mapa de la isla de Gran Canaria realizado en 1592 por Leonardo Torriani, en el que figura y se encuentra señalizado el por aquel entonces conocido como lugar de Terore. En esta nueva ocasión traemos a la palestra el mapa o Planta de la Isla de Gran Canaria, realizado en 1686 por Pedro Agustín del Castillo. El documento en cuestión forma parte de su obra titulada Descripció de las Yslas de Canaria, en la que el autor lleva a cabo una detallada descripción o relación de las principales fortificaciones y localidades del archipiélago, todo ello acompañado por multitud de mapas y planos, entre los que cabe destacar el de Las Palmas, tanto por su calidad como por su detallismo y fidelidad.

Planta de la Isla de Gran Canaria. Año de 1686.

No obstante, centraremos nuestra atención sobre el mentado mapa o planta de la isla de Gran Canaria. En él, y tal como hiciera Torriani casi 100 años antes, Pedro Agustín del Castillo representa y ubica la localidad de Teror. Recordemos que por aquel entonces la extensión territorial de nuestro municipio era sensiblemente superior a la de hoy, puesto que Teror y Valleseco formaban parte de un mismo pueblo o jurisdicción hasta su separación, primero política o administrativa en 1842, y posteriormente religiosa en 1846. Asimismo, nuestra localidad ya figura y se representa con su nomenclatura actual. De esta manera, el topónimo de Teror sólo comenzó a generalizarse conforme avanza el siglo XVII, sustituyendo a la denominación primitiva de Terore. Añade el autor, además, una descripción de nuestra localidad, reseñando su número de vecinos, haciendo referencia a las bondades de su agua agria, y relatando la memorable caída del Pino de la Virgen, acaecida el 3 de abril de 1684. Transcribimos a continuación su descripción del Lugar de Teror y nos despedimos hasta una próxima ocasión en la que ampliaremos el repertorio de imágenes antiguas de nuestra localidad.

Lugar de Teror y localidades del Norte de Gran Canaria (detalle)

Lugar de Teror.

Dista serca cuatro leguas desta ciudad. Tiene 320 vesinos, buena iglesia con su cura y alcalde en este lugar. Ay siempre mucha gente que vienen a la singular debosión de Nuestra Señora del Pino que apareció en un pino muy grande que estava delante de la iglesia, en el cual havía tres dragos nasidos ensima del mesmo pino, serca de los cuales desían estava una laja i en ella señalados los pies de Nuestra Señora. En el año de 1684 conbatido de un furioso biento se cayó, cosa milagrosa que siendo un árbol tan grande y estando cassi la mitad sobre la iglesia, no cair ni una teja. Y con la noticia que tenían de la laja pusieron cuidado en buscarla y no pudieron dar con ella. Ay en este lugar una fuente de agua agria y bienen de las demás islas a curarse de muchas enffermedades beviendo de hella.

Portada de la Descripció de las Yslas de Canaria

Gustavo A. Trujillo Yánez

PARA SABER MÁS:

DEL CASTILLO, Agustín: Descripció de las Yslas de Canaria. Edición facsímil del Cabildo de Gran Canaria. Las Palmas de Gran Canaria, 1994.

martes, 6 de marzo de 2012

Hacer borrón y cuenta nueva...

La lectura de los libros de actas del Ayuntamiento de Teror, ofrece al historiador datos valiosos sobre la vida municipal de esta localidad, desde al menos el año 1837, momento en que comienzan a registrarse por escrito las diferentes sesiones que tenían lugar de forma periódica en las diferentes sedes de las casas consistoriales. Asimismo, dichos documentos son fiel reflejo de los diferentes tipos de soportes sustentantes (papel) y sustentados (tintas), así como de los diversos utensilios empleados para la escritura manuscrita a lo largo de su historia, aspectos estos que interesan sobremanera a los archiveros y/o paleógrafos. Recordemos que antes de la invención de la pluma estilográfica (1883) y posteriormente del bolígrafo (1938-1943) era necesario mojar de forma constante la pluma de ave o el plumín acero en el tintero, al objeto de poder escribir sobre el papel.
Acompañante del tintero fue la denominada salvadera, que se empleaba para «salvar» o secar la tinta fresca y evitar que de esta manera se corriese o formase un borrón. Este instrumento, parecido a un salero, contenía en su interior un polvo secante que se vertía sobre la tinta reciente. Una vez seca, se soplaba o se sacudía el documento al objeto de retirar el polvillo impregnado en la tinta. El polvo secante se podía obtener de productos tan diversos como el salvado, arenilla de piedra pómez o madera deglutida, entre otros. Sin embargo, el despiste o la distracción podían dar lugar a sucesos como el acaecido el 20 de septiembre del año 1852. En aquella ocasión y tras finalizar la sesión correspondiente, el regidor don Luis Falcón, tras estampar su firma, en lugar de tomar la salvadera cogió el tintero, vertiendo todo su contenido sobre el papel y formando el enorme borrón que se puede observar en la fotografía que se adjunta. A pesar de tamaño estropicio, la sesión y los acuerdos tomados en ella fueron dados por válidos, tal como se indica en la asamblea del 27 de septiembre del mismo año. Y es que como dice el refranero, tras el borrón no hay otra salida que hacer una cuenta nueva…

Sobre estas líneas podemos observar el enorme borrón cometido por el concejal don Luis Falcón en 1852. El estropicio cometido se debió a un despiste del regidor, pues "al tiempo de echar arena en su firma, en lugar de tomar la arena tomó el tintero y lo volvió sobre las firmas" dando lugar a la mancha de tinta que se ve en la imagen. Fotografía del autor.

Como hemos indicado, esta fue la forma habitual de escritura hasta la invención de la estilográfica y del bolígrafo, útiles que no necesitaban del uso del tintero y la salvadera. Asimismo y por lo que se refiere a los mentados libros de actas, las sesiones y acuerdos siguieron siendo anotados a mano hasta fechas muy recientes, concretamente hasta el año 1991, momento en el que la escritura manuscrita fue sustituida por la impresión mecánica y el uso de los ordenadores. No obstante ya desde los años 20 del pasado siglo XX, fue frecuente la elaboración de expedientes y de otro tipo de documentos con otro invento que revolucionó por completo el mundo de la escritura, la máquina de escribir[1].

Gustavo A. Trujillo Yánez

PARA SABER MÁS:

PÉREZ HERRERO, Enrique & RIVERO SUÁREZ, Benedicta: Escritura manuscrita y letra procesal (Canarias en el siglo XVI). Anroart Ediciones, Las Palmas de Gran Canaria, 2006.



[1] Agradezco a Francisco J. Sánchez Ojeda, los datos relativos al Archivo Municipal de Teror.

Teror y sus primeras imágenes (I)

Las primeras instantáneas ―de las que se tiene constancia― de la Villa de Teror, son dos fotografías o copias a la albúmina, atribuidas al profesional Alberto Boissier y Romero o a alguien de su entorno, montadas en formato estereoscópico, en las que se captan sendas perspectivas de la Basílica del Pino y de sus alrededores. Ambos artefactos, fechados en los años 60 del siglo XIX, supusieron el punto de partida de lo que sería todo un clásico de la fotografía histórica en Gran Canaria, la imagen de la Basílica de Nuestra Señora del Pino tomada desde la Calle Real de la localidad[1].
            No obstante, las primeras representaciones iconográficas de este pequeño núcleo de las medianías de Gran Canaria, son mucho más añejas y tempranas, superando ampliamente en antigüedad a las estereoscopías del citado Boissier y Romero. De hecho, la primera imagen conocida del lugar de Teror se remonta a los últimos años del siglo XVI. Aunque en esta ocasión, más que una representación más o menos fidedigna de lo que puedo haber sido el incipiente entorno urbano de la localidad, se trata de su ubicación en el mapa de la isla de Gran Canaria, elaborado por el ingeniero cremonés Leonardo Torriani (h. 1560-1628). Dicho documento, fechado en 1592, forma parte de la obra Descrittione et Historia del Regno de Eisole Canarie gia dette le Fortvnate con il parrer delle loro fortificationi o Descripción e Historia del reino de las Islas Canarias, antes Afortunadas, con el parecer de sus fortificaciones, custodiada en la Biblioteca de la Universidad de Coimbra.

Mapa de la isla de Gran Canaria realizado por el ingeniero Leonardo Torriani en 1592. Entre los núcleos de población que figuran en el, se encuentra la localidad de Teror. Propiedad: Biblioteca de la Universidad de Coimbra (Portugal).

            La obra en cuestión es una relación oficial encargada por el Rey Felipe II, en la que el autor presenta el resultado de sus pesquisas e informes sobre las fortificaciones de las islas. Contiene, además, noticias de interés sobre los antiguos habitantes del archipiélago, constituyendo una de las fuentes más preciadas y valoradas por los historiadores interesados en conocer el pasado de las Islas Canarias. Asimismo, esta obra destaca por la cantidad y calidad de los planos y dibujos que contiene, entre los que cabe mencionar el aludido mapa de Gran Canaria. En este están representados los principales núcleos de población de la isla, entre los cuales traemos a colación la ubicación que hizo del entonces conocido como Lugar de Terore, nombre o topónimo con el que era mencionado hasta las primeras décadas del siglo XVII. Como comentamos más arriba, no se trata de una elaboración realista o fidedigna del lugar, ya que este aparece representado en forma de leyenda ―un templo y un pequeño conjunto de edificaciones― ubicado geográficamente entre el Barranco de Tenoya y el Bosque de Doramas, y rodeado por las localidades de Firgas, Moia (Moya), Arucas, Tenoia (Tenoya), La Vega (San Mateo y Santa Brígida), Tirajana y Texeda (Tejeda).
            Como señalamos al comienzo, el mapa de la isla de Gran Canaria de Leonardo Torriani, nos ofrece la primera de una serie de imágenes de la Villa de Teror, que serán objeto de nuestra atención en próximas entregas.

Gustavo A. Trujillo Yánez

PARA SABER MÁS:

BETANCOR QUINTANA, Juan Gabriel: «Miradas fotográficas alrededor de la Basílica del Pino», en Arte, naturaleza y piedad. Miradas de la Basílica del Pino, catálogo de la exposición del mismo nombre (Dirección científica: Gustavo A. Trujillo Yánez). Anroart Ediciones S.L., Islas Canarias, 2010, pp. 57-62.

MARTÍN RODRÍGUEZ, Fernando G.: La primera imagen de Canarias; los dibujos de Leonardo Torriani. COAC, Tenerife, 1986.

TORRIANI, Leonardo: Descripción e historia del reino de las Islas Canarias, antes Afortunadas, con el parecer de sus fortificaciones. Traducción del italiano, con introducción y notas, por Alejandro Cioranescu. Goya Ediciones, Santa Cruz de Tenerife, 1978.



[1] Proponemos la lectura de la entrada titulada «El patrimonio fotográfico-histórico de Teror (Gran Canaria). Un estado de la cuestión», publicada el 11 de noviembre de 2011.