Uno de los principales enigmas y misterios que rodean a la Imagen de Ntra. Sra. del Pino es el de la fecha de su llegada a Teror. Al igual que sucede con numerosas imágenes de culto de toda España, la que representa a la Virgen del Pino cuenta también con su propia leyenda en la que se narra el origen de su presencia en nuestro pueblo. Las primeras versiones nos dan cuenta de su aparición milagrosa entre las ramas de un enorme pino canario, en un tiempo remoto, aunque indeterminado. Sin embargo, desde muy pronto y sin duda influenciados por el libro Del origen y milagros de la Santa Imagen de Nuestra Señora de Candelaria (1594) del padre dominico Fray Alonso de Espinosa, surgen las primeras propuestas sobre la fecha de su aparición. El primero en hacerlo fue Fray José de Sosa, que sitúa el portento en el tiempo “de los gentiles canarios”, o lo que es lo mismo, antes de la Conquista de Gran Canaria. A éste le siguen otros como Tomás Marín de Cubas, Pedro Agustín del Castillo y Antonio Romero Zerpa, que también datan el hallazgo en la época prehispánica, aunque sin ofrecer ninguna fecha concreta.
Recreación del hallazgo de la imagen de Nuestra Señora del Pino por los antiguos canarios. Dibujo de Jesús Arencibia (1951).
Más preciso que éstos, en 1714 Fray Diego Henríquez calculó la aparición de la imagen en torno al año 1380 o antes, data que obtuvo al descontar a la fecha de finalización de la Conquista de Gran Canaria (según él, en 1480) los «más de cien años antes que la vieron y veían todos sus antecesores a esta Señora», una operación matemática sospechosamente similar a la que ya empleó en su momento Fray Alonso de Espinosa para datar el hallazgo de la Virgen de Candelaria, el cual también tuvo lugar «ciento y cinco años antes que la Isla fuera de cristianos». Como resulta evidente, la fecha consignada por el fraile para la rendición de Gran Canaria es errónea, pues como se sabe la conquista de la isla finalizó en 1483.
Una fecha similar es la de 1363, que es la que aparece en el Retrato de la Virgen del Pino, del pintor José Rodríguez de la Oliva, así como en el primero de los grabados que se conocen de la imagen, obra del propio Rodríguez de la Oliva y de Manuel Salvador Carmona en 1768. Se trata de una fecha que fue obtenida con toda probabilidad a raíz de la lectura del manuscrito de Diego Henríquez. De estos mismos autores se conoce otro grabado pero con la fecha corregida de 1483, la misma que aparece en la estampa de Simón de Brieva y en la Novena de Fernando Hernández Zumbado. Esta cifra fue también repetida por José García Ortega y Eduardo Benítez Inglot, que desecha la de 1481 y 1498. Otra fecha propuesta es la del año 1484, aparecida en el libro de Emilio Moreno Cebada Glorias religiosas de España (1866), el cual a su vez tubo que haberla obtenido de la obra de José de Viera y Clavijo (1772) o de Agustín Millares Torres (1860).
Más inverosímil y fantasiosa resulta la datación propuesta en el libro Reportajes Canarios (2008) donde no sólo se nos ofrece la fecha exacta, sino además el día en el que tuvo lugar el portento milagroso, señalando que fue el sábado 7 de septiembre de 1358, contando con la intervención (nada más y nada menos) del aborigen de nombre Tinguaro, personaje que nunca pudo haber estado en Gran Canaria, pues suponemos que se trata del guanche de Tenerife que tuvo un papel tan relevante en la famosa Batalla o Matanza de Acentejo.
La imagen del Pino es llevada en procesión por los antiguos canarios. Dibujo de Jesús Arencibia (1951).
Sin embargo, la del 8 de septiembre de 1481, es la fecha más conocida y difundida no sólo por los investigadores, sino en todo tipo de publicaciones de contenido didáctico, guías turísticas, folletos y en estampas o recordatorios. El primero en hacer mención a ella fue Manuel Picar y Morales, a principios del siglo XX. A él debemos la idea de colocar en el segundo cuerpo de la Torre Amarilla de la Basílica la placa de mármol, en la que también figura la misma fecha, la cual será repetida por José Miranda Naranjo, Miguel Suárez Miranda, Sebastián Jiménez Sánchez o Braulio Guevara, que llegó a publicar el libro 1481-1981, 500 años de la aparición de la Virgen del Pino. Es también la datación más difundida en Internet, pues basta con escribirla en el buscador www.google.es, para comprobar la cantidad de artículos y escritos que la reproducen (por ejemplo en la enciclopedia online http://www.wikipedia.org/).
Recreación del hallazgo de la imagen de la Virgen por el obispo Juan de Frías. Dibujo de Jesús Arencibia (1951).
Esta fecha (al igual que todas las que se han propuesto hasta el momento) carece de cualquier tipo de apoyo documental, por lo que se trata de una mera hipótesis sin ningún fundamento. Pero además, incurre en otro error bastante generalizado como es el de considerar que fue el día 8 de septiembre el de la aparición de la imagen, pues como se sabe, este es el día en el que la Iglesia Católica celebra la Natividad o el Nacimiento de la Virgen María, una festividad que se remonta al menos al siglo V, y que nada tiene que ver con el de la supuesta aparición de nuestra entrañable advocación del Pino. En realidad, la primera referencia sobre la existencia de la Ermita y de la Imagen de Ntra. Sra. del Pino se remonta al año 1514 (en las Constituciones Sinodales del Obispo Vázquez de Arce), por lo que se supone que su llegada a Teror tuvo que haber tenido lugar con anterioridad. Sin embargo, por el momento es imposible ofrecer ninguna fecha, ni siquiera más o menos exacta o aproximada. Por otro lado y desechando la posibilidad de la aparición milagrosa, queda por averiguar si el origen de su culto se remonta a la época prehispánica o si éste es posterior (tal como defiende el que suscribe), asunto sobre el que se han vertido verdaderos ríos de tinta.
Gustavo A. Trujillo Yánez