jueves, 10 de noviembre de 2011

El patrimonio fotográfico-histórico de Teror (Gran Canaria). Un estado de la cuestión

Antecedentes históricos. La Basílica y la imagen de Nuestra Señora del Pino, iconos fotográficos de Gran Canaria:

La especial situación estratégica de los puertos canarios en la ruta del comercio que las potencias europeas llevaban a cabo con sus colonias africanas, americanas y asiáticas, permitió la rápida asimilación de una novedosa y revolucionaria manera de captar imágenes. Nos referimos a la invención del daguerrotipo ―primer precedente de la moderna Fotografía― cuya presentación tuvo lugar en Francia en el año 1839 y que en el caso del archipiélago canario ya es posible datar a finales de ese mismo año. Por lo que se refiere a la Villa de Teror, localidad ubicada en las medianías de la isla de Gran Canaria, las instantáneas más antiguas de las que se tiene constancia se remontan a los años 60 de la decimonovena centuria. Se trata de dos fotografías o copias a la albúmina, atribuidas al profesional Alberto Boissier y Romero o a alguien de su entorno, montadas en formato estereoscópico, en las que se captan sendas perspectivas de la Basílica del Pino y sus alrededores [Fig. 1 y 2][1].

Fig. 1. Calle Mayor. Atribuida a Alberto Boissier y Romero, h. 1864-1868. Estereoscopía-albúmina-papel. 17 x 8,5 cm. Archivo de Fotografía Histórica de Canarias Fedac/Cabildo de Gran Canaria.

Fig. 2. Basílica del Pino. Atribuida a Alberto Boissier y Romero, h. 1864-1868. Estereoscopía-albúmina-papel. 17 x 8,5 cm. Archivo de Fotografía Histórica de Canarias Fedac/Cabildo de Gran Canaria.

Ambas instantáneas supusieron el punto de partida de lo que sería todo un clásico de la fotografía histórica en Gran Canaria, la imagen de la Basílica de Nuestra Señora del Pino tomada desde la Calle Real de la localidad. Desde entonces, la inconfundible silueta de la iglesia de Teror se convirtió en el principal foco de atención de cuantos fotógrafos ―profesionales y aficionados― arribaron a este lugar, dando lugar a uno de los iconos fotográficos de nuestro archipiélago. De esta manera, la Basílica del Pino fue captada por los objetivos de fotógrafos extranjeros de la talla de Carl Norman, Herrman Kurt, Teodoro Maisch, Jordao da Luz Perestrello, así como de profesionales locales tales como Luis Ojeda Pérez, Fernando Baena, Julián Hernández Gil o Tomás Gómez Bosch, entre otros muchos. De su relevancia como icono fotográfico, nos dan buena muestra, además de la cantidad y diversidad de instantáneas existentes, el hecho de que se hayan obtenido imágenes con prácticamente todas las técnicas fotográficas, a excepción de los positivos directos de cámara[2]. Desde entonces, o incluso desde mucho antes, la Basílica del Pino se convirtió en el elemento definitorio y en el recurso plástico más inmediato para saber que se está en Teror[3]. La explicación de este fenómeno resulta sencilla, pues como ya se sabe, la actual Basílica de Nuestra Señora del Pino ―abierta al culto el 30 de agosto de 1767― ha sido y es sede de la Patrona de Gran Canaria, la Virgen del Pino, siendo uno de los santuarios más visitados del archipiélago, y por lo tanto dotado de un fuerte contenido religioso y simbólico.
De la misma manera, la talla mariana que da sentido y legitima la existencia de este templo, atrapó la atención de cuántos fotógrafos se acercaron a Teror. De esta manera, ya desde muy temprano existen fotografías en las que se capta y se recrea, como si de modernas veras efigies se tratara, la imagen de Nuestra Señora del Pino. En este sentido, los modernos fotógrafos no hicieron más que seguir el camino iniciado siglos atrás por toda una legión de pintores y grabadores que multiplicaron la imagen del Pino, difundiendo su culto y su devoción por todos los rincones del archipiélago canario, la Península y aún del continente americano [Fig. 3][4]. No obstante, además de la Basílica y de la imagen de la Patrona, el paisaje terorense también atrajo la mirada curiosa de los primeros profesionales de la fotografía. Así fue cómo surgieron dos de los recursos iconográficos o emblemas identitarios del municipio de Teror, que pocos habitantes de Gran Canaria no serían capaces de reconocer. Nos referimos al Barranco de Teror y al llamado Puente del Molino, de los que también existen un buen número de artefactos fotográficos desde finales del siglo XIX [Fig. 4 y 5].

Fig. 3. Virgen del Pino. Teodoro Maisch, 1925. Gelatina, 17 x 22 cm. Archivo de Fotografía Histórica de Canarias. Fedac/Cabildo de Gran Canaria.

Fig. 4. Barranco de Teror. Carl Norman, 1893. Copia reciente, 24 x 18,5 cm. Archivo de Fotografía Histórica de Canarias. Fedac/Cabildo de Gran Canaria

Fig. 5. Puente del Molino. Fotógrafo sin identificar, h. 1940-45. Fotomecánico, 14 x 9 cm. Archivo de Fotografía Histórica de Canarias. Fedac/Cabildo de Gran Canaria

Los primeros establecimientos fotográficos locales. Antonio Eloy Vega Pérez y Teófilo Falcón Suárez:

            El desarrollo de las técnicas fotográficas y la progresiva implantación del revelado químico, a partir del año 1910, contribuyó de forma decisiva a la socialización de la fotografía. De forma paralela, también aumentaron el número de establecimientos regentados por profesionales de la fotografía[5]. Por lo que se refiere a la localidad de Teror, una de las noticias más tempranas que se conocen sobre el establecimiento del que pudo haber sido su primer estudio fotográfico, se remonta a la década de los años 30 del pasado siglo XX. Durante esta época, el vecino de la localidad Antonio Eloy Vega Pérez (1925-1956), sastre de profesión y a ratos operador de cine de la ya desaparecida sala local "Pabellón Cinema" o "Pabellón Victoria", también ejerció como fotógrafo aficionado llevando a cabo retratos, fotos de estudio y otros encargos en un pequeño e improvisado establecimiento de su Villa natal[6] [Fig. 6].
Algún tiempo después, concretamente en el año 1948, el terorense Teófilo Falcón Suárez (1931-1999) da sus primeros pasos en el mundo de la fotografía. Al principio, prestando sus servicios como fotógrafo ambulante en fiestas locales, ceremonias religiosas y conmemoraciones escolares, y a partir del año 1950 ―convertido ya en fotógrafo profesional― montando su propio laboratorio.  En 1961 abre al público el estudio «Foto con Galería», ubicado en la actual Calle de la Diputación nº 3 de su localidad natal, establecimiento que rigió hasta su aún prematuro e inesperado fallecimiento en el año 1999. Durante sus más de 50 años de vida profesional, Teófilo Falcón alternó su labor de fotógrafo itinerante con la realización de retratos de estudio, fotografía-carnet, ampliaciones fotográficas y reportajes de distinta índole, entre los que destacan los dedicados a la visita a Canarias del General Franco, de la Familia Real Española o de diferentes embajadores sudamericanos [Fig. 7]. Asimismo, participó en los concursos fotográficos Un día en Teror (1989), organizado por el Centro Insular de Cultura del Cabildo Insular de Gran Canaria y el Ayuntamiento de Teror, en el que obtuvo el premio a las mejores fotografías; así como en la muestra Raíces canarias (1990), organizada por El Corte Inglés, en la que fue distinguido con un diploma y selección de fotos. En junio de 1990, presentó en los salones de la Casa de la Cultura de Teror la exposición titulada Así vemos Teror. En el año 1991 y con notable éxito, exhibió una muestra fotográfica en blanco y negro, titulada Recordando Teror. Finalmente, entre sus experiencias en el mundo audiovisual, destaca en 1954 su participación como cámara en el rodaje de la película de 16 milímetros PILI, dirigida por el polifacético terorense Braulio Guevara[7].
Evidentemente, las imágenes tomadas por Teófilo Falcón con su cámara fotográfica a lo largo de su dilatada trayectoria profesional fueron innumerables, convirtiéndose en el cronista gráfico de prácticamente todo lo acontecido en Teror durante la segunda mitad del siglo XX. A través de la contemplación de sus fotografías se advierten los usos y costumbres tradicionales de una población que, aunque mayoritariamente agrícola, comienza a transformarse merced al progresivo abandono del sector primario, el auge del turismo, la influencia de los medios de comunicación y la urbanización de las costumbres. En este sentido, el legado de Teófilo Falcón posee un valor histórico y testimonial de primer orden, siendo fiel reflejo de los cambios operados en el paisaje y en el devenir de los habitantes de Teror durante los últimos cincuenta años del pasado siglo XX[8]. Consciente de su importancia, el Ayuntamiento de Teror, a través de su Concejalía de Cultura y Patrimonio Histórico, adquirió en enero del año 2007 ―tras una larga negociación con sus herederos― su archivo fotográfico, compuesto por unas 200.000 imágenes[9].

[Fig. 6] Retrato de José Vega Pérez. Antonio Eloy Vega Pérez, h. 1930-1940. Gelatina. Archivo de Fotografía Histórica de Canarias Fedac/Cabildo de Gran Canaria.


[Fig. 7] Retrato de Monseñor Antonio Socorro Lantigua (detalle). Teófilo Falcón Suárez, h. 1960. Archivo Municipal de Teror.

Colecciones e iniciativas públicas:

Entre las iniciativas puestas en marcha por el Ayuntamiento de Teror a favor de la recuperación y conservación del patrimonio fotográfico-histórico de la localidad, cabe mencionar la ya mentada compra del archivo fotográfico de Teófilo Falcón Suárez. Como ya se indicó más arriba, dicho fondo ―custodiado en el Archivo Municipal de la Villa― está compuesto por unas 200.000 imágenes. En su práctica totalidad se trata de negativos en blanco y negro, y a partir del año 1973 en color, que en su momento ya fueron ordenados y dispuestos en cajas por orden cronológico por el propio Teófilo Falcón [Fig. 8]. El espacio temporal que abarcan comprende los años 1962 hasta 1999. El estado de conservación de este valioso material fotográfico es, en general, bastante bueno salvo excepciones. Así, hay que señalar que algunas placas de acetato presentan hongos como consecuencia de las condiciones de exceso de humedad en que permanecieron hasta su compra. También se ha procedido a realizar un inventario exhaustivo de este fondo, para cuyo fin se ha confeccionado una ficha en la que se asigna a cada una de las 445 cajas que contienen los negativos fotográficos un número determinado, así como otros datos: fecha de realización, estado de conservación, número de rollos o placas, formato, tipo de color, número de imágenes por rollo, así como una breve referencia a su contenido.
Sin duda, la adquisición del legado de Teófilo Falcón ha asegurado su unidad y conservación en un único espacio, evitando con ello pérdidas y extravíos que de otra manera podrían ser irreparables. Aún queda pendiente asegurar y poner los medios para su correcta conservación, para lo cual se hace imprescindible el empleo de unos soportes especiales, confeccionados con un papel neutro carente de ácido con el que preservar los citados negativos, además de custodiarse en un ambiente menos húmedo, por tratarse de un material muy propenso al deterioro. Asimismo, sería conveniente proceder su digitalización y posterior difusión, de manera que los vecinos de la localidad puedan tener acceso a las fotografías previo pago de una cantidad simbólica[10]. De momento, el único resultado objetivo y palpable ―además del de su compra― ha sido la puesta en marcha de la exposición Teror en blanco y negro. Fotografías de Teófilo Falcón Suárez que tuvo lugar en la Casa de la Cultura de Teror durante los días 4 al 21 de septiembre de 2008, con notable asistencia de público. Con motivo de la celebración de dicha muestra se puso en marcha desde la Concejalía de Cultura y Patrimonio Histórico la iniciativa «Una foto para la historia» desde la que se invitaba a los vecinos de la localidad a prestar de forma temporal sus fotografías, al objeto de digitalizarlas y crear un fondo fotográfico con el que poder realizar diferentes tipos de actividades culturales. Lamentablemente, el número de fotografías recopiladas fue bastante escaso pues la cantidad de imágenes digitalizadas no llegó a la decena.
Mejores resultados ha tenido la reciente firma del convenio entre la corporación local y la Fundación para la Etnografía y el Desarrollo de la Artesanía Canaria (FEDAC), llevada a cabo en el presente año 2011, que ha permitido aumentar el fondo fotográfico de la referida fundación con la digitalización y catalogación de dos importantes colecciones locales, como son las del ya desaparecido Vicente Hernández Jiménez y la perteneciente a José Luis Yánez Rodríguez, a las que haremos referencia en breve.
Digna de mención también ha sido la iniciativa puesta en marcha desde hace algunos años por el Gabinete de Prensa y Comunicación de la mentada corporación local, a través de la revista municipal Teror Informa. Aunque aparece por primera vez en 1995, desde el año 2004 el recurso al empleo de la fotografía histórica ha sido una constante. Sirva como ejemplo la sección coleccionable titulada La Galería. Imágenes de Teror Ayer y Hoy en la que se muestran una fotografía antigua del municipio de Teror ―generalmente un paisaje o rincón de la Villa― junto con una instantánea actual, al objeto de que el lector pueda comparar ambas imágenes. Otro de sus espacios fijos ―El Álbum― está dedicado a ilustrar con imágenes antiguas temas de diversa índole relacionados con la localidad, tales como el del veraneo en la Villa, los tradicionales talleres de costura o las labores del campo, entre un largo etcétera [Fig. 9].

[Fig. 8.] El fondo de Teófilo Falcón Suárez se custodia en el Archivo Municipal de Teror, tras la compra a sus herederos en enero del año 2007.



[Fig. 9.] La revista municipal Teror Informa dedica varias secciones a la recuperación y difusión del patrimonio fotográfico histórico de Teror.

Colecciones e iniciativas particulares:

De la riqueza que posee el municipio de Teror, en lo que a cantidad y calidad de fotografías históricas se refiere, dan buena muestra el surgimiento y el auge de iniciativas particulares a favor de su recuperación y difusión. No obstante, destacan sobre el resto, tanto por el marco cronológico que abarcan como por su alto valor testimonial, la colección de José Luis Yánez Rodríguez, cronista oficial de la Villa de Teror desde el año 2007, así como la de su predecesor en el cargo desde 1994 a 2006, Vicente Hernández Jiménez.
Por lo que se refiere al legado de Vicente Hernández Jiménez (1922-2006) éste supera ampliamente las 3000 imágenes. El origen de este extenso archivo fotográfico se debe al interés que desde muy joven mostró el propio Vicente Hernández por conservar documentos y fotografías familiares, procedentes en su mayoría de sus parientes por línea paterna, una saga de comerciantes y políticos locales que rigieron los destinos de la Villa durante buena parte del siglo XX. Asimismo, al rico fondo familiar se fueron agregando una ingente cantidad de viejas tarjetas postales y fotografías antiguas, adquiridas durante sus periódicos traslados a la Península. El contenido y la temática de dichas fotografías, además de hacer referencia a Teror, también comprenden imágenes del resto de islas del archipiélago y abarca un marco temporal que va desde finales del siglo XIX hasta los años 50-60 del pasado siglo XX. Su estado de conservación se puede calificar de bueno y gracias al mentado convenio de colaboración firmado entre el Ayuntamiento de Teror y la FEDAC, ya se puede acceder a través de la página Web http://www.fotosantiguascanarias.org/ a parte de este rico e interesante legado [Fig. 10].
Igual de importante, tanto por la calidad como por la cantidad de imágenes, es la colección fotográfica del ya citado José Luis Yánez Rodríguez, cuyo número ―sólo en lo referente al municipio de Teror―asciende a más de 5000 artefactos fotográficos. Al igual que ocurre con el ya citado caso de Vicente Hernández, la colección de Yánez Rodríguez ha sido fruto tanto de su herencia familiar como de posteriores compras y donaciones.  En este caso, parte de su colección ―de momento, 171 fotografías― ya se encuentra digitalizada y disposición del público en la mentada página Web de la FEDAC [Fig. 11].
En lo referente a las diferentes iniciativas puestas en marcha por los propios vecinos de la localidad a favor de la recuperación del patrimonio fotográfico local, merece la pena destacar la labor de recopilación llevada a cabo por el terorense Sergio Nuez Ramos quien ha llegado a recuperar unas 1400 instantáneas entre los vecinos del populoso barrio terorense de los Arbejales. Fruto de esta encomiable dedicación se llevaron a cabo sendas exposiciones durante los años 2007 y 2008, que con el título Arbejales en el recuerdo (I y II), contaron con una notable asistencia de público ―especialmente de los vecinos del citado barrio― quienes una vez superado su inicial recelo y desconfianza, colaboraron de forma activa en este proyecto [Fig. 12]. Igualmente, desde el barrio de El Palmar, hay que celebrar la labor del vecino José Yánez Hernández, quien también se ha encargado de recopilar y registrar una abundante cantidad de fotografías cuyo número supera los 15.000 ejemplares, organizando también en la asociación de vecinos del mentado lugar las exposiciones El Palmar ayer y hoy (2008), El Palmar a través del tiempo (2009), El Palmar en blanco y negro (2010) y Fiestas en El Palmar a través del tiempo (2011).

[Fig. 10] Visita del General Franco a la Villa de Teror. Julián Hernández Gil, 1950. Legado de Vicente Hernández Jiménez. Archivo de Fotografía Histórica de Canarias Fedac/Cabildo de Gran Canaria.

[Fig. 11] Recepción en la Basílica del Pino de los Príncipes de Asturias. Colección de José Luis Yánez Rodríguez. Archivo de Fotografía Histórica de Canarias Fedac/Cabildo de Gran Canaria.


[Fig. 12] Retrato de niñas en el día de su primera comunión. Fotografía recuperada a través de la iniciativa Arbejales en el recuerdo.

La fotografía histórica en las redes sociales:

De espectacular se puede calificar el auge que ha tenido en los últimos tiempos ―o meses― el recurso de las redes sociales en la recuperación y difusión del patrimonio fotográfico-histórico terorense. Así, a través del sitio Web Facebook han surgido algunas iniciativas puestas en marcha por investigadores y aficionados a la fotografía antigua. Destaca sobre el resto la labor pionera llevada a cabo por el mencionado José Luis Yánez Rodríguez, quien está dando a conocer parte de su riquísimo fondo gracias al empleo de las nuevas tecnologías. De igual manera, han surgido proyectos como el de «Teror antes y actual» dirigido por la vecina de la localidad, Paqui del Rosario, en el que se muestra una fotografía antigua y su correspondiente instantánea actual, al objeto de que el usuario de turno pueda comparar ambas imágenes. O también la iniciativa «Fotos de El Palmar» puesta en marcha por el mentado José Yánez Hernández en colaboración con el cronista Yánez Rodríguez, en la que se cuelgan de forma periódica fotografías históricas del mentado barrio. En todos estos casos, la acogida del público y usuarios de esta red social se puede calificar como de satisfactoria. Incluso, en muchas ocasiones la participación de los vecinos y aficionados ha permitido datar el artefacto fotográfico en cuestión, identificar los lugares y personajes retratados o recopilar comentarios y vivencias que están enriqueciendo sobremanera estas iniciativas. La labor llevada a cabo por todas estas personas es del todo loable y está permitiendo que buena parte del patrimonio fotográfico de Teror no se pierda de manera irremediable. No obstante, esta actividad se podría ver enormemente completada o mejorada con una sistemática toma de datos y catalogación del objeto fotográfico, así como con el seguimiento de un mismo criterio a la hora de digitalizar la fotografía o artefacto en cuestión [Fig. 13].

[Fig. 13] El uso de las redes sociales está permitiendo recuperar y dar a conocer buena parte del patrimonio fotográfico de Teror. Sobre estas líneas algunas instantáneas recuperadas gracias a la iniciativa «Fotos de El Palmar».

Conclusiones:

La historia de la fotografía en Teror constituye un ejemplo destacado de lo que ha sido la historia de la fotografía en Gran Canaria. Desde que en los años 60 del siglo XIX se tomaran las primeras instantáneas de la Basílica del Pino, el patrimonio fotográfico-histórico de la Villa de Teror ha ido en franco aumento. Asimismo, hemos comprobado la riqueza de sus colecciones públicas y privadas, así como el auge y la afición por la fotografía antigua que existe entre sus vecinos. No obstante, aún quedan tareas pendientes, como la de la digitalización y acceso al público del riquísimo fondo de Teófilo Falcón Suárez. Finalmente, sería recomendable que las iniciativas llevadas a cabo por los vecinos y personas aficionadas a la recuperación de fotografías históricas, se completen y mejoren siguiendo el protocolo y las normas de catalogación y digitalización establecidas por el Departamento de Fondos Audiovisuales de la FEDAC.

Gustavo A. Trujillo Yánez
José Luis Yánez Rodríguez
Francisco J. Sánchez Ojeda

PARA SABER MÁS:

BETANCOR QUINTANA, Juan Gabriel: «Miradas fotográficas alrededor de la Basílica del Pino», en Arte, naturaleza y piedad. Miradas de la Basílica del Pino, catálogo de la exposición del mismo nombre (Dirección científica: Gustavo A. Trujillo Yánez). Anroart Ediciones S.L., Islas Canarias, 2010, pp. 57-62.

HERNÁNDEZ SOCORRO, María de los Reyes y CONCEPCIÓN RODRÍGUEZ, José: Arte, devoción y tradición. La imagen del Pino de Teror, catálogo de la exposición del mismo nombre. Iltre. Ayuntamiento de Teror, Las Palmas de Gran Canaria, 2007.

HERNÁNDEZ SOCORRO, María de los Reyes y CONCEPCIÓN RODRÍGUEZ, José: El patrimonio histórico de la Basílica del Pino de Teror. Cuadernos de Patrimonio Histórico nº 5. Cabildo de Gran Canaria, Las Palmas de Gran Canaria, 2005.

SÁNCHEZ OJEDA, Francisco J.: «Medio siglo de historia gráfica», en Teror Informa (Revista informativa del Iltre. Ayuntamiento de Teror) nº 23, primavera 2007, p. 27.

SÁNCHEZ OJEDA, Francisco J. (Coord.): Teror en blanco y negro. Fotografías de Teófilo Falcón Suárez, catálogo de la exposición del mismo nombre. Iltre. Ayuntamiento de Teror, Las Palmas de Gran Canaria, 2008.

YÁNEZ RODRÍGUEZ, José Luis: De campos y gentes de Teror. Recopilación revisada y corregida de escritos. Anroart Ediciones S.L., Las Palmas de Gran Canaria, 2008.

YÁNEZ RODRÍGUEZ, José Luis: «La Basílica, símbolo, emblema y mensaje en la obra de arte», en Arte, naturaleza y piedad. Miradas de la Basílica del Pino, catálogo de la exposición del mismo nombre (Dirección científica: Gustavo A. Trujillo Yánez). Anroart Ediciones S.L., Islas Canarias, 2010, pp. 63-68.


[1] BETANCOR QUINTANA, Juan Gabriel: «Miradas fotográficas alrededor de la Basílica del Pino», en Arte, naturaleza y piedad. Miradas de la Basílica del Pino, catálogo de la exposición del mismo nombre (Dirección científica: Gustavo A. Trujillo Yánez). Anroart Ediciones S.L., Islas Canarias, 2010, pp. 57-62.
[2] BETANCOR QUINTANA, Juan Gabriel: «Miradas fotográficas alrededor de la Basílica del Pino», op. cit., p. 57.
[3] YÁNEZ RODRÍGUEZ, José Luis: «La Basílica, símbolo, emblema y mensaje en la obra de arte», en Arte, naturaleza y piedad. Miradas de la Basílica del Pino, catálogo de la exposición del mismo nombre (Dirección científica: Gustavo A. Trujillo Yánez). Anroart Ediciones S.L., Islas Canarias, 2010, pp. 63-68.
[4] HERNÁNDEZ SOCORRO, María de los Reyes y CONCEPCIÓN RODRÍGUEZ, José: Arte, devoción y tradición. La imagen del Pino de Teror, catálogo de la exposición del mismo nombre. Iltre. Ayuntamiento de Teror, Las Palmas de Gran Canaria, 2007. De los mismos autores proponemos la lectura del libro El patrimonio histórico de la Basílica del Pino de Teror. Cuadernos de Patrimonio Histórico nº 5. Cabildo de Gran Canaria, Las Palmas de Gran Canaria, 2005.
[5] BETANCOR QUINTANA, Juan Gabriel: «Miradas fotográficas alrededor de la Basílica del Pino», op. cit., p. 62.
[6] Agradecemos a su viuda, doña Carmen Delgado Francés, la colaboración prestada.
[7] SÁNCHEZ OJEDA, Francisco J. (Coord.): Teror en blanco y negro. Fotografías de Teófilo Falcón Suárez, catálogo de la exposición del mismo nombre. Iltre. Ayuntamiento de Teror, Las Palmas de Gran Canaria, 2008.
[8] SÁNCHEZ OJEDA, Francisco J.: «Medio siglo de historia gráfica», en Teror Informa (Revista informativa del Iltre. Ayuntamiento de Teror) nº 23, primavera 2007, p. 27.
[9] «Teror retratado por Teófilo Falcón. El Ayuntamiento de Teror adquiere el archivo del fotógrafo terorense», en Teror Informa (Revista informativa del Iltre. Ayuntamiento de Teror) nº 23, primavera 2007, p. 27.
[10] La ordenanza por la que se regula al acceso al fondo de Teófilo Falcón Suárez, fue aprobada en pleno el 8 de noviembre de 2010 y se publicó en el B.O.E. el 27 de diciembre del mismo año. En la misma se establece el precio de 3 € por cada unidad de imagen digitalizada.

lunes, 7 de noviembre de 2011

¡Cruz, perro maldito! Cruces y aparecidos

¡Cuántas Cruces! Desde Valleseco a la Aldea, y de ésta a Artenara pueden contarse por centenares; algunas de ellas refrescando la memoria, evocan un recuerdo, y casi todas guardan para la presente generación algún secreto.

Manuel Picar y Morales, fragmento de su libro Teror. Monografías y Excursiones por el Cronista de la Villa D. Manuel Picar y Morales (1905).

El significado del vocablo «patrimonio cultural» ha ido cambiando y ampliándose en los últimos tiempos. La herencia cultural de un pueblo no se limita a sus manifestaciones tangibles ―caso de los monumentos y colecciones de objetos― sino que también comprende tradiciones y locuciones vivas heredadas de nuestros antepasados y transmitidas de generación en generación. Tales expresiones, agrupadas bajo el calificativo de «patrimonio cultural inmaterial» comprenden formas tan variadas como las artes del espectáculo, los rituales y actos festivos, los conocimientos y usos relacionados con la naturaleza y el universo, los saberes y técnicas artesanales tradicionales y, por supuesto, las tradiciones y expresiones orales. Dentro de estas últimas ―nos referimos a las tradiciones y expresiones orales― cabe destacar la existencia de una ingente variedad de formas habladas, tales como proverbios, adivinanzas, cuentos, canciones infantiles, cantos y plegarias, así como mitos y leyendas, entre un largo etcétera. La localidad de Teror es relativamente rica en lo que a manifestaciones culturales inmateriales o intangibles se refiere. Sirva como ejemplo destacado el caso de su Rancho de Ánimas, el único ―junto con los de los municipios de Valsequillo y la Aldea de San Nicolás―existente en la isla de Gran Canaria. También es el caso de algunas frases o sentencias populares privativas de nuestra Villa, algunas de las cuales se encuentra ―tal como ha señalado el profesor Gonzalo Ortega Ojeda― en franco proceso de decadencia.
Menos conocidos ―y por lo tanto, más vulnerables y susceptibles a desaparecer― han sido los relatos y leyendas relacionadas con la costumbre ancestral de colocar cruces en las encrucijadas de los caminos, al filo de empinados barrancos o en las orillas de los estanques. Como ya se sabe, muchas de estas cruces señalan el lugar preciso donde tuvo lugar algún tipo de episodio violento ―por lo general la muerte accidental o en extrañas circunstancias de una persona― aunque también existen otras motivaciones menos cruentas, como ocurre con los casos de la conocida «Cruz Verde», la «Cruz del Siglo» o «El humilladero de la Virgen», entre otras. Lo mismo se podría decir de la llamada «Cruz de La Laguna», una cruz de término que en otros tiempos delimitaba ―a modo de mojón o hito― uno de los límites municipales de los pueblos de Teror y Valleseco, pero de la que sin embargo existe una leyenda local, conocida con el nombre del «jacho» de La Laguna, transmitida de forma oral por generaciones de vecinos de ambas localidades.
Esta fábula ―publicada en la prensa por Néstor Álamo Hernández, en enero de 1975― nos narra el castigo al que fue sometido un arriero, conocido con el mote de Pancho «el Ciruelo», quien se vio precisado a romper uno de los brazos de la mentada cruz para construirse una antorcha o «jacho» con el que alumbrarse en una noche cerrada y oscura. Narra la leyenda que tal suceso no contó con la aprobación del vecindario, que juzgó la acción como un acto de sacrilegio, razón por la cual «el Ciruelo» fue apartado y marginado del trato con sus convecinos. Añade la historia, que tras aparecérsele la mismísima Virgen María, nuestro personaje huyó con destino a la isla de Cuba, al objeto de encontrar la suerte y la reputación perdida. Sin embargo, la perla del Caribe no trajo la paz al «Ciruelo» quien sólo halló pobreza, desesperación y, finalmente, la muerte. Fue a partir de entonces cuando comenzó a observarse cierta luz que en forma «jacho» se aparecía durante un periodo de seis meses en el mencionado paraje de La Laguna y durante otros tantos en la mentada isla de Cuba. Dicha aparición no era otra que el alma en pena del infractor, quien de esta manera fue condenado a purgar su culpa.
Paisaje con cruces. Dibujo a plumilla de Manuel Pícar y Morales inserto en su libro Teror. Monografías y Excursiones por el Cronista de la Villa D. Manuel Picar y Morales (1905). Propiedad: El Museo Canario.

Sin embargo y eso es lo extraordinario de las tradiciones orales, existen muchas más versiones y variantes sobre esta llamativa leyenda, enriqueciéndola aún más si cabe. Tienen en común estos otros relatos el hecho de que en ninguno de ellos se señala la identidad del sacrílego. De esta manera, tanto en la versión recogida por Sebastián Jiménez Sánchez como en el resto de narraciones que hemos registrado, se omite o desconoce el nombre y apellidos del autor del atentado. También existe unanimidad en lo referente al motivo que impulsó al profanador a cometer su fechoría, ya que en todas las versiones se coincide en señalar la necesidad de fabricarse un hacho o antorcha con el que alumbrarse en una noche cerrada. Igualmente, en estas otras ocasiones se coincide en calificar al agresor como una persona contraria a la religión cristiana. Así, doña Mercedes Domínguez Yánez (82 años), nos cuenta que el «jacho» era «el alma de un masón que no creía en Dios», relato que coincide en parte con el registrado por Jiménez Sánchez, quien señala que éste actuó llevado «de cierta cólera y de ideas anticristianas». Por su parte, doña Juana León Sánchez (72 años) ―vecina del Rincón, aunque procedente del paraje del Hornillo, donde siendo niña le fue transmitida la historia por su madre― nos dice que el autor del desafuero fue castigado por maltratar «una cosa santa».
Por el contrario, no parece existir unanimidad en lo referente a las circunstancias en las que tuvo lugar su trágica muerte. Así, el vecino de Teror don Eduardo Quintana Yánez (65 años) coincide en indicar que la aparición en forma de luz era el alma en pena de un vecino de Valleseco, que agredió contra una cruz para construirse un «jacho» con el que alumbrarse en una noche sombría. Sin embargo, la novedad de esta versión consiste en señalar que el individuo se dirigía hacia la localidad de Arucas para visitar a su prometida, así como en la forma en la que el infractor encontró la muerte, ya que nos narra cómo al llegar a la mencionada ciudad falleció trágicamente ahogado en un estanque. Se trata de una versión parecida a la que nos cuenta doña Juana León Sánchez, con la diferencia de que en esta ocasión la enamorada tenía su morada en el pago del Zumacal.
Tampoco parece existir consenso en lo referente a la forma en que se manifestaba el alma en pena del profanador. De esta manera, Néstor Álamo suma a las apariciones del pecador, las de «las ánimas penantes de todas las brujas y brujos de La Laguna». Por su parte, Vicente Hernández Jiménez, en su libro Teror: historias, semblanzas, apuntes (1991) señala como el «jacho» se trasladaba desde la mentada Cruz de La Laguna hasta la llamada Cruz del Sobradillo ―y viceversa― cada vez que un transeúnte pasaba junto a una de las dos. En cambio, la citada doña Juana León nos cuenta que la luz o «mechón» se aparecía «por las lomas, [desde] donde la encendió [se refiere al hacho] hasta donde se le apagó», mientras que don Manuel Domínguez Alfonso (72 años) nos dice que ésta se aparecía alrededor de la casa del «fulano». Sea como fuere, fueron muchas las personas que aseguraron haber visto tales fenómenos luminosos. Sirva como muestra el caso de la ya mencionada doña Mercedes Domínguez Yánez, quien nos narró las ocasiones en las que desde el paraje terorense del Muñigal se veía la mentada luz yendo de un lado a otro y describiendo trayectorias diversas. No acaban aquí los testimonios sobre el «jacho» de La Laguna. En el Blog Cruces de Gran Canaria se recogen algunas declaraciones novedosas ―y sorprendentes― que enriquecen aún más esta entrañable y, a la vez, misteriosa fábula.
Fenómenos o relatos como el del «jacho» de La Laguna no son exclusivos de esta zona de las medianías de Gran Canaria. Sirvan como ejemplo casos como el de la llamada «Luz de Mafasca» en la isla de Fuerteventura o el de la «Santa Compaña» en Galicia. Por su parte, el propio Manuel Picar y Morales hace referencia en su libro Tiempos Mejores (Recuerdos Laguneros) (1899), a un suceso parecido al del «jacho» de La Laguna, producto de unos desaprensivos que arrancaron los brazos de una cruz para alumbrarse.

Cruz (o cruces) de La Laguna. Dibujo a lápiz de Manuel Pícar y Morales (1900). Propiedad: El Museo Canario.

Otra de las cruces de nuestro término municipal envuelta por un halo de misterio es la conocida como «Cruz del Peñón Chiquito» ubicada en el paraje del Muñigal. Se trata de una pequeña cruz de madera que en otro tiempo sustituyó a otra más antigua y que señala el lugar donde halló la muerte de forma repentina un vecino de Teror, del que también se desconoce su identidad. Sobre las circunstancias y la forma en la que se produjo la trágica defunción de este individuo, contamos con la información proporcionada por doña María del Pino Sánchez Herrera (84 años) así como con la prestada por la referida doña Mercedes Domínguez Yánez. Así, al preguntar sobre el origen de este hito religioso doña María del Pino nos narra que en una ocasión un hombre estaba robando unas pitas (Agave americana) en una propiedad ajena, ante lo cual el dueño de la hacienda le increpó, prohibiéndole que en adelante volviera a repetir el hurto. A las amonestaciones del legítimo propietario del terreno, el presunto ladrón contestó de forma contundente «muerto me caiga si yo ha (sic) estado robando» momento en el cual cayó fulminado. Por su parte, la versión de doña Mercedes Domínguez coincide en señalar el enfrentamiento entre dos hombres, uno de los cuales robaba en la finca del otro. Sin embargo, a diferencia del relato proporcionado por doña María del Pino Sánchez, en esta otra ocasión el propietario del terreno profirió al ladrón la siguiente frase «te voy a matar y un rayo te parta». Pasado el tiempo el autor de los robos murió alcanzado por un rayo, siendo enterrado ―según nos cuenta la informante― en el mismo lugar donde falleció. Añade doña Mercedes que su abuela le decía que el autor del hurto «no era un hombre bueno».
En relación con esta misma cruz, más interesante nos ha resultado comprobar la práctica ―aún vigente― de una tradición de la que apenas hemos encontrado noticias o referencias. Nos referimos al ritual de «cargar» y «descargar» la cruz, consistente en colocar (cargar) ―o retirar (descargar)― sobre la cabecera, los brazos y a los pies del citado símbolo, una serie de piedras de pequeño tamaño. En el caso concreto de esta cruz, doña María del Pino Sánchez nos cuenta que la tradición mandaba «cargar» la cruz a aquellos transeúntes que se dirigían hacia el mentado Peñón Chiquito, así como «descargarla» a aquellos que venían de regreso. Sobre el significado o intención de este tipo de práctica no parece haber consenso. Doña Mercedes Domínguez nos informa que las piedrecitas son «el símbolo de sus pecados [se refiere a los cometidos por el supuesto ladrón]» mientras que doña Juana León nos relata que este tipo de práctica se hacía para «ganar indulgencias».

Detalle de la Cruz del Peñón Chiquito. Obsérvese las piedras colocadas en la cabecera y brazos de la referida cruz. Autor de la fotografía: Pepe Déniz.

Nuestros mayores conservan en su memoria historias y tradiciones dignas de ser conocidas y recordadas. Sobre estas líneas y por orden de aparición, don Manuel Domínguez Alfonso (San Matías, 72 años); doña Mercedes Domínguez Yánez (El Muñigal, 82 años); doña María del Pino Estupiñán Domínguez (San Matías, 66 años); doña Juana León Sánchez (El Rincón, 72 años) y doña María del Pino Sánchez Herrera (El Muñigal, 84 años). Fotografías del autor.

El repertorio de cruces y relatos asociados a ellas es mucho más amplio. Por nuestra parte sólo hemos pretendido dar a conocer dos casos que juzgamos singulares. Aunque puedan ser vistos como el producto de la superstición o de prácticas religiosas poco ortodoxas, la presencia de cruces en los rincones de nuestra localidad nos instruye e ilustra sobre las creencias y mentalidades de una sociedad tradicional, como fue la de nuestros abuelos y ascendientes. Acaso, este tipo de rituales suponían el intento de honrar y de velar por el alma del difunto, a la vez que señalar de forma física el paraje donde había tenido lugar una muerte inesperada y, por lo tanto, sin posibilidad de confesión o arrepentimiento. No en vano, la iconografía cristiana ha empleado la cruz tanto para expresar el juicio del Mesías como para manifestar su presencia: donde está la cruz, está el Crucificado. Asimismo, este tipo de fábulas o leyendas cumplían el papel de transmisoras de valores. De esta manera, a través de la narración de estas historias se ponía de manifiesto el castigo o sanción que podían recibir actitudes y comportamientos tan poco decorosos o adecuados como el hurto o el robo, jurar en falso, o atentar contra la religión cristiana y sus símbolos, entre otros muchos.

Gustavo A. Trujillo Yánez

ANEXO. La leyenda del «jacho» de La Laguna recopilada por Sebastián Jiménez Sánchez:

            Caso raro y en extremo curiosísimo es la leyenda de tipo espiritista conocida por la leyenda «El Jacho de La Laguna», y que refiere unas apariciones luminosas en la jurisdicción de Teror y Valleseco, en el lugar denominado La Laguna.
            Refieren los más ancianos de estos pueblos de medianías y de cumbre oír decir a sus padres: «Que todas las noches, en el lugar conocido por La Laguna, aparecía un hacho encendido que seguía trayectorias diversas. Esta misteriosa aparición luminosa se interpretaba como el alma en pena de una persona que llevada de cierta cólera y de ideas anticristianas se entretenía en destrozar una cruz, de esas que tanto abundan en nuestros caminos de herraduras y carreteras, rememorando fechas religiosas o desgracias personales. La cruz en cuestión recordaba el accidente, con pérdida de su vida, de uno que se dirigía a una «última» en el pago del Zumacal. El autor del desafuero impresionado de ciertas apariciones y sueños, embarcose para la isla de Cuba con el fin de olvidar correrías y creerse libre de alucinaciones. Refiere la leyenda que el tal murió allá, y su espíritu venía a penar seis meses a Canarias, en forma de «jacho luminoso», en el lugar preciso donde él destrozara la cruz de la leyenda, y otros seis meses en Cuba.

Archivo del Patrono Regional del Museo del Pueblo Español
Archivo de El Museo Canario. Fondo de Sebastián Jiménez Sánchez

PARA SABER MÁS:

ÁLAMO, Néstor: «Realidad y leyenda de “el jacho de la Laguna”», periódico Diario de Las Palmas, lunes 6 de enero de 1975, p. 13.

BETHENCOURT AFONSO, Juan: Costumbres populares canarias de nacimiento, matrimonio y muerte. Introducción, notas e ilustraciones de Manuel A. Fariña González. Publicaciones científicas del Excmo. Cabildo Insular de Tenerife – Museo Etnográfico, Santa Cruz de Tenerife, 1985.

CHEVALIER, Jean & CHEERBRANT, Alain: Diccionario de símbolos. Editorial Herder, Barcelona, 1991 (3ª edición).

DE PEDRO, Aquilino: Diccionario de términos religiosos y afines. Editorial Verbo Divino-Ediciones Paulinas, España, 1993 (2ª edición).

HERNÁNDEZ GONZÁLEZ, Manuel: La muerte en Canarias en el siglo XVIII (Un estudio de historia de las mentalidades). Prólogo de Ignasi Terradas. Colección Taller de Historia. Centro de la Cultura Popular Canaria, Santa Cruz de Tenerife, 1990.

HERNÁNDEZ JIMÉNEZ, Vicente: «Brujerías, curanderas, santiguadoras», en La obra de Vicente Hernández Jiménez. Homenaje al cronista de la Villa de Teror. Anroart Ediciones, Las Palmas de Gran Canaria, pp. 342-344.

JIMÉNEZ SÁNCHEZ, Sebastián: Mitos y Leyendas: Prácticas brujeras, maleficios, santiguados y curanderismo popular en Canarias, 1955.

RODRÍGUEZ ARTILES, Gregorio: «Estampas de Teror. La Cruz de Urquinaona (I y II)», periódico Falange, 1 y 8 de junio de 1960.

RODRÍGUEZ ARTILES, Gregorio: «La Cruz del Siglo», periódico Diario de Las Palmas, 3 de mayo de 1967.

EN LA RED:

Blog Cruces de Gran Canaria, http://crucesgc.blogspot.com/

INFORMANTES:

Don Manuel Domínguez Alfonso (San Matías, 72 años)
Doña Mercedes Domínguez Yánez (El Muñigal, 82 años)
Doña María del Pino Estupiñán Domínguez (San Matías, 66 años)
Doña Juana León Sánchez (El Rincón, 72 años)
Don Eduardo Quintana Yánez (El Recinto, 65 años)
Doña María del Pino Sánchez Herrera (El Muñigal, 84 años)